The creation of lithic assemblages thru André Leroi-Gourhan´s vision

https://www.inrap.fr/magazine/Histoire-de-l-archeologie/L-apport-du-terrain/du-decapage-horizontal#undefined
Diana González Omaña
Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos
Instituto Nacional de Antropología e Historia
Victoria No. 110 Col. Copilco el Bajo. Alcaldía Coyoacán. C.P. 04340
Ciudad de México, México.
Correo electrónico: diana_gonzalez@inah.gob.mx
CienciAcierta No. 64 Octubre – Diciembre de 2020
Artículo PDF
Resumen
En 1971, André Leroi-Gourhan publicó El Gesto y la Palabra, donde explicó su visión sobre la creación del utillaje lítico de los primeros humanos, a través de la estructuración mental mediante la palabra. En este trabajo expondré, brevemente, los puntos nodales de su propuesta, así como los argumentos utilizados por el autor para sostener que fueron las palabras las que capacitaron a la humanidad para generar ideas y llevarlas al mundo real.
Abstract
In 1971 André Leroi-Gourhan published Gesture and Speech, where he explained his view that the creation of lithic assemblages in first humans, is the result of mental structuration by speech. In this paper I will explain, briefly, the central ideas of his work, as well as his arguments to support his model that speech enabled humans to generate ideas and materialize them into the real world.
Palabras clave: Arqueología, cadena operativa, comportamiento, utillaje lítico, lengua y pensamiento.
Key words: Archaeology, operational chain, behavior, lithic assemblages, language and thinking.
El Estado de Coahuila, como casi todos los estados del norte de la República mexicana, carece de sitios arqueológicos que presenten vestigios de arquitectura monumental o de grandes conjuntos urbanos, como los que podemos encontrar kilómetros más al sur, cuando rebasamos los linderos de lo que ahora conocemos como Mesoamérica. Sin embargo, la “arqueología del norte” (concepto nada puntual con el que denominamos genéricamente a los rasgos prehispánicos encontrados en los estados septentrionales de México), nunca nos deja de sorprender por la abstracción de sus pinturas rupestres, lo misterioso y atrayente de sus petrograbados y tradiciones funerarias y, particularmente, por el sofisticado utillaje desarrollado por los pueblos que habitaron antiguamente sus territorios.

(Fotografía: Jesús Miguel Valdez Arreola)
Estas herramientas, confeccionadas mayoritariamente en roca, nos permiten apreciar el amplio conocimiento del comportamiento de las diferentes piedras utilizadas en su manufactura, así como de las características y la conducta de los animales que se planeaba cazar con ellas, o bien, del manejo que debía darse a los materiales que se trabajaban para solventar las necesidades cotidianas de vestido, calzado, alimentación, vivienda, etcétera. La observación de lo anterior me ha llevado con frecuencia a pensar con respecto a las habilidades que les permitieron a esos antiguos artesanos llevar a cabo tales obras, en las que intervienen muchos procesos intelectuales diferentes que les debe haber tomado mucho tiempo desarrollar.
En este sentido creo importante que reflexionemos en torno a la profundidad del pensamiento del etnólogo y arqueólogo francés André Leroi-Gourhan (1911-1986); quien abordó este tema con gran minuciosidad, llegando a conclusiones sumamente interesantes. Pero antes de seguir adelante, propongo hacer una pausa para conocer, aunque sea de manera somera, el perfil de este investigador, lo cual nos ayudará de alguna manera a comprender con mayor facilidad sus inclinaciones intelectuales y su línea de pensamiento.
André Leroi-Gourhan estudió en la Escuela de Antropología de París y durante sus primeros años productivos dedicó su tiempo al estudio de lenguas orientales, a ser bibliotecario y a un intenso trabajo de catalogación de colecciones en el Museo de Etnología, que más tarde se convertiría en el Museo del Hombre, en París. Después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, donde colaboró con la Resistencia francesa, participó en una serie de excavaciones arqueológicas en sitios prehistóricos de Francia, en los que tuvo oportunidad de estar en íntimo contacto y, durante mucho tiempo, con la cultura material de sus antiguos habitantes. A partir de estos trabajos comenzó a generar una serie de hipótesis hasta que, en los años sesenta del siglo XX, concibió una teoría a la que llamó cadena operativa. Este planteamiento, ha servido para explicar la evolución de las técnicas usadas en la fabricación de artefactos líticos y, sobre todo, ha sido empleada en el campo de la arqueología para el análisis de este tipo de materiales (Bromberger y col., 1986).
En El gesto y la palabra (1971), el autor hace una minuciosa descripción de los “gestos” técnicos, que utilizaron los primeros homínidos para llegar del chopper -entendiendo éste como un artefacto fabricado a partir de un guijarro o roca que presenta desbastamiento en uno sólo de sus flancos (Winchkler, 2006)- al bifacial -herramienta que presenta trabajo en ambos lados de la pieza (ibídem, 2006)- y que, posteriormente, servirían para desarrollar herramientas más complejas con la aparición del Homo sapiens; sin embargo, antes de presentar esta teoría de evolución tecnológica, que es verificable a través de los materiales; le da forma y explicación al concepto central, inmaterial, que subyace en la mente humana y al que denomina, también, cadena operativa. Con ésta descifra la sucesión de acciones propias del comportamiento humano que van desde las secuencias más básicas del proceder de un individuo hasta la articulación de procesos de producción sofisticados y el asentamiento mental de estructuras sociales complejas por medio de la palabra.
Según Leroi-Gourhan (1971), el ser humano cuenta con tres categorías operacionales, cada una de ellas, a su vez está integrada por cadenas operativas. La primera, parte de un nivel profundo en el que se ejecutan las cuestiones del comportamiento básico, como lo son: alimentarse, dormir, evacuar, respuestas sexuales, etcétera.
Sigue a ésta un segundo plano, en el que las cadenas operativas son conductas aprendidas y, por supuesto, la ejecución de acciones, orden y horarios, es decir, las rutinas, van a obedecer al bagaje cultural de la etnia a la que pertenece el individuo. Estas cadenas son maquinales y raramente se toma conciencia de la sucesión de los actos que conllevan; esto se debe a la costumbre que se tiene de ejecutarlas cotidianamente, además de que, en general, no se requiere de una toma de decisiones particular para realizar de principio a fin cada una de estas cadenas, éstas incluyen actividades como: bañarse, vestirse o trasladarse al lugar de trabajo.
Por último, en el tercer nivel, se encuentra el comportamiento lúcido. Este es el que aquí nos interesa más, porque en esta categoría es donde se generan las cadenas operativas conscientes, que se llevan a cabo con cierta periodicidad, o bien excepcionalidad como puede ser: la preparación para la temporada de siembra, la organización de una fiesta patronal, los funerales de un personaje importante, o bien, un proceso de producción.

Fotografía: Jesús Miguel Valdez Arreola
Esta lucidez nos empuja a salir de la cadena operativa maquinal y tomar decisiones que modifiquen ese sistema, de modo que resolvamos eliminar un paso, lo sustituyamos por otro, adicionemos algo más entre ellos, o cambiemos el orden de los componentes. Este punto es donde el autor considera que nos separamos totalmente como especie del resto del reino animal y el elemento fundamental que nos disocia de los demás animales es la palabra. El habla, entonces, se vuelve la principal herramienta creativa del Homo sapiens y lo es en varios niveles.
El primero de ellos es que, al igual que hacemos uso de la sintaxis para que una oración tenga sentido comunicativo, la cadena operativa sólo logra ser eficiente si sus elementos son los oportunos y se encuentran en el orden adecuado. Siguiendo a Beristain (1995), la sintaxis es “la parte de la gramática que abarca las leyes que rigen lo referente a disposición, ordenación, coordinación y subordinación de los constituyentes dentro de las frases, operaciones que se realizan, basadas en principios, durante los procesos de desarrollo del discurso”. Es decir, entendemos que no podemos alterar el orden natural de una oración en español (sujeto, verbo, objeto), sin poner en riesgo que sea comprensible su significado. Ejemplo:

En vez de proporcionarle el orden correcto:

Asimismo, al interior de una cadena operativa, entendemos que, si deseamos construir un muro, por ejemplo, debemos poner una a una las hiladas de ladrillo con un mortero y, una vez levantado, se procederá a ponerle un aplanado y pintarlo; observamos pues, que no se debe alterar el orden de la secuencia, pues no tendría ningún sentido. Es, a través de ejemplos simples como estos, que podemos entender la interacción de la lengua con las creaciones humanas, así como observar que los recursos que usamos para estructurar una idea que deseamos transmitir son los mismos que utilizamos para construir un proceso, o un objeto dentro de nuestra mente y trasladarlo al mundo material.
El segundo nivel se refiere a que la palabra es el vehículo que nos ayuda a transmitir el conocimiento obtenido a nuestros pares o a las siguientes generaciones; con él podemos proponer y discutir las modificaciones que consideramos necesarias al interior de cadenas operativas ya establecidas, además de ofrecernos la posibilidad de argumentar los motivos de esas variaciones.
Utilicemos nuevamente nuestro ejemplo del muro. Pensemos que los primeros constructores de muros encontraban débiles sus estructuras y que resultaban incluso peligrosas para ellos y sus semejantes; entonces se vieron en la necesidad de buscar soluciones definitivas a este conflicto fantaseando y probando hasta que, en algún momento, se imaginaron que podían resolver el problema poniéndole cimientos a las paredes e intercalando la posición de los ladrillos (cuatrapeo), para darle solidez a la construcción y así, imaginando, probando y discutiendo las mejores opciones, lograron edificar con la calidad deseada.
Y, finalmente es importante resaltar que también es la palabra, el medio que utilizamos para establecer estructuras completas en la memoria y el comportamiento de una sociedad. Su divulgación las fija, haciéndolas permanentes y trascendentes (Leroi-Gourhan, 1971).
Esto último, se observa con mayor claridad en las sociedades ágrafas, ya que en estas los mitos creacionales, las historias épicas y de los ancestros, los pasos de un ritual, etcétera, se transmiten a los más jóvenes por medio de la tradición oral, y en ella destaca el uso de múltiples recursos de mnemotecnia para recordar ciertos lugares del discurso que permitan continuar con el relato, o la narrativa y evitar así la pérdida de información referencial que, incluso, podría poner en peligro la herencia cultural y la identidad de una etnia.
En resumen, la lengua es la herramienta primordial del ser humano. Al nombrar los objetos y las cosas, las podemos asir, entender e inventar. Al estructurar nuestro discurso estructuramos nuestro pensamiento y, no es de extrañar que nuestros avances tecnológicos y culturales se hayan desarrollado a la par de nuestros recursos lingüísticos, aunque, lamentablemente, no podamos sustentar lo anterior a través de una línea de tiempo, en la que podamos comparar cada avance lingüístico, con su contraparte material. Considero, sin embargo, que el planteamiento de Leroi-Gourhan es de gran utilidad para establecer la relación entre un individuo, o un grupo de ellos, y sus creaciones; es decir, el proceso intelectual y físico que involucra, en el caso de la lítica, la observación de la plasticidad de una roca en comparación con otras, al igual que su resistencia, para así poder establecer la preferencia sobre un material, para un uso determinado. Desde luego, este proceso implica también, la búsqueda de un yacimiento que posibilite la obtención de la materia prima elegida con cierta abundancia; la experimentación con todas las formas viables hasta encontrar la más adecuada para que ese material alcance su rendimiento óptimo como herramienta, además del intenso trabajo ensayo-error, hasta encontrar la técnica de manufactura idónea.

Fotografía: Jesús Miguel Valdez Arreola
Esta sucesión de eventos en la invención de los múltiples utillajes creados por los seres humanos tuvo que repetirse a lo largo de muchos años y a través de varias generaciones antes de poder ser considerado un procedimiento casi acabado, no obstante, perfectible hasta el punto en el cual sólo cabe inventar algo mejor que lo sustituya.
En conclusión, después de habernos detenido a estudiar la visión que estableció André Leroi-Gourhan por medio de la cadena operativa y observar cómo logra enlazar sus componentes en un fino engranaje en el que todos sus elementos se combinan con precisión para explicar procesos completos de producción, no vamos a ser capaces de dar marcha atrás y volver a ver las herramientas líticas del mismo modo que antes y, en especial, no podremos mirar con los mismos ojos aquellas elaboradas en el norte de México, ni a las antiguas etnias que los crearon.
Agradecimientos
Agradezco a la Mtra. Cinthya Isabel Vidal Aldana directora del Proyecto de Investigación Integral de la Zona Arqueológica La Ferrería, quien amablemente me proporcionó las imágenes que ilustran este artículo.
Referencias
Beristain, H., (1995). Diccionario de retórica y poética (5ª. Ed.). Editorial Porrúa. México.
Bromberger, C., (1986). Approches des communautés étrangères en France Hommage à André Leroi-Gourhan. Leçons et images d’un «patron». En Terrain anthropologie & sciences humaines. 7: 61-76.
Leroi-Gourhan, A., (1971). El gesto y la palabra. Ediciones de la biblioteca de la Universidad Central de Venezuela. Venezuela.
Winchkler, G., (2006). “Diccionario de uso para la descripción de objetos líticos”. [En línea] Disponible en: http://www.winchkler.com.ar/Diccionario.pdf
[consultado el 14 de abril de 2020].
http://archives.mae.u-paris10.fr/index.php/andr-leroi-gourhan-ethnologie-pr-historique