Ciento cincuenta años de El Capital Vigencia y actualidad

 

José María González Lara
Antonio Lorenzo Castro Villarreal
Facultad de Economía, UAdeC
gonzalez_lara@yahoo.com

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Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo,
pero de lo que se trata es de transformarlo.
Karl Marx

 

 

Contexto histórico

Posterior a un largo proceso de emancipación respecto de las estructuras aristocráticas feu-dales, legitimadas por el clero católico como uno de los po-deres imperantes, y de una reivindicación tanto del ser humano en sus atribuciones de libertad y su ingenio que genera  investigación científica sistemática y su aplicación (sobre todo en asuntos bélicos, en los procesos de producción y en la transportación), superando la organización económica artesanal  en Europa  a finales del siglo xviii se inicia la elaboración de mercancías en serie, es decir la manufactura industrial, que ya en el siglo posterior se desarrollará a gran escala, sobre todo en Inglaterra, específicamente con la máquina de vapor y en la rama textil, entre otras.

Madison señala que “en 1700 la renta per cápita en Holanda ya era alrededor del cin-cuenta por ciento más elevada que la de su rival más próximo, el Reino Unido, a la vez que su estructura económica era más avanzada. Solo el cuarenta por ciento del empleo correspondía a la agricultura, en comparación con el 56% en el Reino Unido” (Maddison, 1998, pág. 30). Para 1820, en Reino Unido el empleo representaba cuarenta por ciento, la agricultu-ra, 32% la industrial y 28% los servicios. Sin embargo, para el año de 1890, con un giro totalmente distinto en la estructura económi-ca, la industria representaba el mayor porcen-taje del empleo con un 44%, la agricultura 16%, y los servicios cuarenta por ciento (Maddison, 1998, pág. 30).

El liberalismo como sustento ideológico de la libertad económica, la revolución francesa que abolió las estructuras jurídicas y políticas señoriales, y la ciencia aceleraron el desarrollo del capitalismo con sus contradicciones inherentes:

La invención de máquinas que reempla-zasen al hombre en su trabajo venía de mucho tiempo atrás. Sin embargo, al apa-recer las primeras máquinas movidas a vapor, sobrevino un cambio importante en los medios de producción, ya que el advenimiento de dichas maquinas proporcionó el auge del sistema de fábricas en gran escala. (Huberman, 2007, pág. 209).

Manufactura en Inglaterra en el siglo XIX. Industrial Revolution Interactive Picture, en https://www.thinglink.com/scene/510170371022913536.

La decadencia paulatina del sistema económico feudal generó la movilidad obligada de la fuerza de trabajo, no sólo de territorios, sino de una actividad agrícola a la industrial, con amplios sectores de trabajadores en busca de ocupación para el mínimo sustento familiar.

Un sistema de producción y distribución naciente, naturalmente sin regulación ni orientación, generó enormes desigualdades económicas y sociales que se agudizaron en el siglo xix y que obligó a los pensadores de la economía a estudiar y analizar primero la ma-nera en que esa sociedad se organizaba para producir bienes y servicios en el ámbito de la escasez, pero también para descubrir el ori-gen del excedente, es decir de la riqueza, en todo caso el origen del capital en su reproducción y su acumulación.

Cómo entender que en el siglo xix mientras se generaba enorme riqueza más allá de la po-sesión de la tierra y la acumulación de capital se hacía colosal, millones de personas libres se debatían en la miseria y la muerte y, estric-tamente, dependían de las condiciones del capital para acceder a un mínimo ingreso para subsistir.

[…] la revolucionaria ciudad de Manches-ter, que multiplicó por diez su tamaño entre 1760 y 1830 (de 17.000 a 180.000 habitantes). Allí “se observan cientos de fábricas de cin-co o seis pisos, cada una con una elevada chimenea que exhala negro vapor de car-bón”; Manchester, la que proverbialmente “pensaba hoy lo que Inglaterra pensaría mañana” y había de dar su nombre a la escuela de economía liberal famosa en todo el mundo. (Hobsbawm, 1977, pág. 55).

Los analistas clásicos de la economía tra-taron de comprender el nuevo modo de producción y distribución que ya se construía cientos de años antes: desde Adam Smith (1723-1790)  quien planteó al libre mercado como mejor asignación de los recursos escasos (Smith, 1984), David Ricardo (1772-1823)  con el equilibrio precio-valor trabajo (Ricardo, 1973); y Jean-Baptiste Say (1767-1832) quien señaló que naturalmente la oferta  crea su propia demanda (Say, 2001); entre otros. Se pensó que la riqueza nueva se generaba por el trabajo en conjunto de los factores de producción (tierra, trabajo y capital), sin embargo, había mucho qué ana-lizar y profundizar de la economía capitalista.

En ese contexto histórico de aceleración de la producción industrial y de extremas desi-gualdades sociales, de explotación, enfer-medades y muerte, surge la aportación filo-sófica y científica de Karl Marx (1818-1883), quien a partir de las categorías del mate-rialismo histórico –derivadas de la filosofía dialéctica materialista– y basado en un método de análisis revolucionario, construyó una estructura teórica sobre el capitalismo: el análisis de las contradicciones más que la referencia al equilibrio general, es decir, que la dinámica económica se debe precisamente a las fuerzas sociales productivas enfrentadas de acuerdo a sus intereses económicos de clase.

Primera edición de El Capital, Tomo I. Agencia EFE, en https://www.efe.com/efe/espana/gente/a-subasta-una-primera-edicion-de-el-capital-marx/10007-2948573

 

 El método

Contrario al concepto de equilibrio de las variables económicas como referente de aná-lisis, Marx ofrece un método que, como se señaló, parte de la contradicción como el pri-mer aspecto real del desarrollo de la historia y de la organización económica.

Marx y  Friedrich Engels (1820-1895),  a partir de la tercer década del siglo xix desa-rrollaron los postulados y categorías de la dialéctica materialista, en términos genera-les: el movimiento y desarrollo de la materia y la energía deriva de la unidad y lucha de con-trarios, lo que genera el salto paulatino y progresivo de lo cuantitativo a lo cualitativo –de menos a más–, expresado material y figura-tivamente en espiral (Marx, 2007, pág. 3).

La dialéctica materialista es la filosofía de la dinámica continua del universo, en unidad y contradicción a la vez:

tesis antítesis síntesis =>…

tesis antítesis síntesis =>… n

La síntesis como resultante posee en sí misma la contradicción dinámica, y así conti-nuamente se genera el desarrollo de la ener-gía y la materia, de menos a más, en espiral (Engels, 1998).

Son estas categorías filosóficas las que se aplican de igual manera al análisis de los modos de producción en la historia de la humanidad, esto es el materialismo histórico, precisamente una filosofía de la historia, prin-cipalmente la contradicción que es la base y motor del desarrollo de la sociedad:

A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última for-ma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las con-diciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desa-rrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana (Marx, 2012, págs. 177-178).

La historia como un proceso, no sólo como hechos y personajes aislados, sino producto de la contradicción que dinamiza a la socie-dad. Esto es, las clases sociales con intereses económicos enfrentados, en el caso del capitalismo los inversionistas como dueños de los medios de producción y la clase trabajadora dueños sólo de su fuerza de trabajo, ésta es, las capacidades, habilidades y aptitudes es-pecializadas y orientadas al fin de la producción de mercancías:

   tesis-capital antítesis-fuerza de trabajo síntesis-reembolso y acumulación de capital =>… n

Lo anterior con una superestructura ideo-lógica operativa en la dinámica política, con una estructura jurídica e incluso con la cul-tura con todo lo que implica (Marx, Engels. 1998).

El 14 de septiembre de 1867, hace 150 años, se publicó por primera vez el Tomo I de El Capital. Crítica de la Economía Política; ya posterior a la muerte de Marx, se debe a En-gels la publicación de los dos tomos siguientes. A partir del análisis de la producción de mercancías, desde ese primer tomo se profundiza en los mecanismos fundamentales de reembolso de la inversión y acumulación en el capitalismo.  Posteriormente, con el tra-bajo sistemático y cohesionador de Engels, entre 1885 y 1894, se publicaron el Tomo II, que trata del ciclo del capital en  la circulación -producción-circulación (Dinero–Mercancías … Producción y Productividad… Mercancía valorizada’–Dinero incrementado’) (Marx, 1999),  y su rotación;  y  el Tomo III, que aborda el tema del ciclo general de la economía y cómo la tasa de ganancia particular y general periódicamente presenta una tendencia nega-tiva, lo que explica las fluctuaciones, los ciclos y las crisis económicas en el siglo xx,  principios del siglo xxi y las próximas que se presenten, con el elemento adicional de la movilidad y especulación financiera a gran escala.

De lo concreto a lo abstracto y viceversa, el método dialéctico en el análisis marxista se aplica inicialmente de manera deductiva des-de la unidad de expresión concreta del capita-lismo, la mercancía que se produce y se inter-cambia en el mercado, ésta posee en sí misma una dialéctica: primero el valor de uso como utilidad efectiva para satisfacer necesidades, lo que la diferencia de las demás mercancías, integralmente también el valor de cambio que identifica una equivalencia abstracta entre las mercancías mismas.

La base, pues, del estudio, análisis y crítica marxista de la economía capitalista es la diná-mica que proviene de las contradicciones inherentes al sistema, las que históricamente se agudizan deteriorando paulatinamente el sistema mismo (Marx, 2012).

Aportación a la economía

Como se señaló, Marx inicia su análisis de lo particular o lo general, con la mercancía que tiene una dialéctica inherente, esto es, la utilidad que es valor de uso y la necesidad de obtenerla en el mercado que es valor de cambio. Para producir la unidad –y el volumen total, “un cúmulo de mercancías”– se requie-ren medios de producción cuyo valor se transfiere a la mercancía final, costo que se reembolsa en el precio, asimismo están los salarios retribuidos a quienes productiva-mente transforman la materia e integran las partes.

El valor de uso se efectiviza únicamente en el uso o en el consumo. Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma social de ésta. En la forma de sociedad que hemos de examinar, son a la vez los portadores materiales del valor de cambio. En primer lugar, el valor de cambio se presenta como relación cuantitativa, proporción en que se in-tercambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase, una relación que se modifica constantemente según el tiempo y el lugar (Marx, 1999, pág. 4).

Todas las mercancías provienen de un proceso de producción, esto es, de la relación dialéctica medios de produccióntrabajo, dichas mercancías sólo tienen valor económico porque en el mismo proceso se transforma la materia y se integran las partes, no provienen de un evento sobrenatural, sino material y concreto.

Un valor de uso o un bien, por ende, sólo tiene valor porque en él está objetivado o materializado trabajo abstractamente hu-mano. ¿Cómo medir, entonces, la mag-nitud de su valor? Por la cantidad de “sus-tancia generadora de valor” –por la cantidad de trabajo– contenida en ese valor de uso […] medida en determinadas fracciones temporales, tales como hora, día, etcétera” (Marx, 1999, pág. 6).

Además, del mismo proceso procede que las partes separadas no tienen el mismo valor económico que las partes integradas, esto es, que la mercancía posee un valor agregado generado por el trabajo aplicado en las fases del proceso de producción, un plusvalor como valor nuevo que no se retribuye a quienes lo crean y es apropiado por el capitalista… de ahí resulta la acumulación del capital.  Así, la riqueza surge sólo de la productividad de la fuerza de trabajo, del trabajo ajeno no retribuido.

Histórica y socialmente se acepta un me-canismo de equivalencia general para facilitar el intercambio, para evitar el trueque no sólo por la complejidad que implica sino también para, al retorno del intercambio, concretizar tanto el reembolso como la plusvalía, que es lo más importante, es decir, el excedente de valor, la acumulación de capital.

Como intermediario del proceso de inter-cambio, el dinero aparece generalmente aceptado por la sociedad, como un elemento que en lo abstracto expresa el valor económico del cúmulo de mercancías en la economía. Éste, el dinero, es eslabón de la metamorfosis de las mercancías porque inicialmente se observa que opera como circulante para el intercam-bio, pero también es expresión de capital, es decir, que al retorno del mercado es reembolso de la inversión y plusvalía, es decir acu-mulación de capital.

La forma de equivalente general es una forma de valor en general […]  una mer-cancía sólo se encuentra en la forma de equivalente general (forma III) porque todas las demás mercancías la han sepa-rado de sí mismas, en calidad de equiva-lente […] la forma relativa unitaria de valor propia del mundo de las mercancías adquiere consistencia objetiva y vigencia social general. La clase específica de mercancías con cuya forma natural se fusiona socialmente la forma de equivalente, deviene mercancía dineraria o funciona como dinero (Marx, 1999, pág. 35).

Primero capital dinero para adquirir mer-cancías para producir mercancías con valor agregado, D–m,m,m…n;  después el proceso de producción donde en cada fase de trans-formación e integración se transfiere valor ya existente de los medios de producción y se genera valor económico nuevo,  m,m,m…n–M’;  posteriormente la mercancía ya valorizada (o con valor nuevo, con valor agregado) se intercambia en el mercado y se retorna con el reembolso de la inversión en medios de producción y fuerza de trabajo,  más la plus-valía adicionada, la acumulación, M’–D’.

[…] el proceso D-M-D no debe su con-tenido a ninguna diferencia cualitativa entre sus extremos, pues uno y otro son dinero, sino solamente a su diferencia cuantitativa. A la postre, se sustrae de la circulación más dinero del que en un prin-cipio se arrojó a ella […]  A dicho incre-mento, o al excedente por encima del valor originario, lo denomino yo plusvalor (sur- plus value) (Marx, 1999, pág. 148).

El excedente resulta pues de la relación dialéctica capital-fuerza de trabajo, esto es el origen de la acumulación de capital: la plus-valía como resultado del producto del trabajo no retribuido, ese es el origen del excedente, esto es el tiempo de trabajo no pagado, es de-cir apropiado. La mercancía posee valor eco-nómico transferido y valor económico nuevo antes de disponerla al intercambio, la plus-valía se realiza en el intercambio con la obje-tivación social del tiempo de trabajo promedio que se necesita para producir dicha mer-cancía.

Los componentes de la mercancía valo-rizada (M’), de la unidad y en el volumen, son por una parte las cantidades de materias primas, las unidades de productos incorpo-rados (de consumo intermedio) y las propor-ciones de depreciación de maquinaria y equi-po, inversión en medios de producción que Marx denomina capital constante (c) puesto que su valor –que proviene de un tiempo de trabajo anterior– sólo se transfiere a la mercancía valorizada incorporándose como costo al precio; la otra inversión es en fuerza de tra-bajo, salarios que el autor denomina capital variable (v) porque es en dicha inversión donde se pueden reducir los costos efectivos para precios competitivos, además, porque es la fuerza de trabajo la que crea valor nuevo, plusvalía, que incrementará el capital, donde surge la acumulación (p) (Marx, 199):

c + v + p = M’

A diferencia de la perspectiva del costo total y la ganancia, la perspectiva desde c + v implica la verificación del origen del exce-dente, que no está en una supuesta aportación de todos los “factores de la producción” –co-mo lo señalan los clásicos y neoclásicos–, sino del componente fundamental racional y creativo que genera plusvalor, la fuerza de trabajo.  Esta precisión deriva en afirmación de que en el capitalismo la riqueza proviene del trabajo ajeno, de tiempo de trabajo no retribuido.

Las relaciones sociales de producción co-mo una relación contradictoria –clases socia-les con intereses económicos enfrentados– son el motor de la economía capitalista, cuya dinámica no tiende, ni por mucho, al equilibrio general, sino tendencialmente a la agudización de las contradicciones económicas y so-ciales. La productividad del trabajo, como extraordinaria atribución humana, en un ré-gimen de igualdad podría emancipar a toda la sociedad, sin embargo, la desigualdad y la po-breza y la degradación se incrementan en el mundo, mientras que muy pocos acumulan una descomunal riqueza.

Otra aportación teórica y a la vez concreta en el Tomo I de El Capital es el análisis de los salarios, lo que deberían representar y lo que realmente son. Si bien en el Manifiesto del Partido Comunista la cuestión salarial se plantea desde el punto de vista reivindicativo de la clase trabajadora en torno a la lucha so-cial y política, en el primer tomo el asunto es económico.  Si se aprecia la fuerza de trabajo –no “el trabajo”, porque éste es la aplicación y operación en un tiempo determinado–- como una mercancía en el intercambio, así –como lo explicó en los primeros capítulos sobre la mercancía– dicha mercancía debe posicionarse como equivalente de valor de otras mercancías. La reproducción de la fuerza de trabajo, como mercancía nodal de producción y circulación, se encuentra en los bienes de subsistencia, aquellos que permiten su repro-ducción individual y familiar o colectiva.

[…] el valor del trabajo no es más que una expresión irracional para designar el valor de la fuerza de trabajo, de suyo se obtiene el resultado de que el valor del trabajo siempre tiene que ser necesariamente menor que el producto del valor, puesto que el capitalista siempre hace funcionar a la fuerza de trabajo durante más tiempo que el necesario para que se reproduzca el valor de la misma (Marx, 1999, pág. 35).

El análisis del salario no parte de una posición voluntaristamoral, más bien la dia-léctica del propio análisis avizora la contra-dicción de la reducción paulatina del capital variable o costos salariales, esto es, que por precios competitivos se reduce la retribución laboral pero, tendencialmente, se reduce la demanda agregada y por tanto la tasa de ganancia y la acumulación de capital (Marx, 1999).

Inclusive, más que un mercado laboral, Marx argumenta que dicho mercado no es uno como tal o convencional, más bien lo que se encuentra en el fondo de la apariencia mer-cantil de la fuerza de trabajo y el trabajo son las relaciones sociales de producción entre clases que se enfrentan de acuerdo a sus intereses y que, dado el desarrollo histórico, están ubicadas y organizadas en determinada posición política, lo que posiciona a una de éstas, según sea la correlación de fuerzas, como clase dominante que dirige el rumbo de la economía y la política (Marx, 2007, pág. 9), de manera coercitiva o violenta, o a través de estrategias más sofisticadas, como actual-mente el uso de los medios de comunicación y las redes sociales. 

Friedrich Engels y Karl Marx. Revista “El Viejo Topo”, en http://www.elviejotopo.com/topoexpress/friedrich-engels

 

Actualidad y vigencia

De inicio Marx esclareció el origen de la desigualdad como inherente al sistema ca-pitalista y desechó las posturas superficiales –actuales inclusive– de que ésta es resultado de equivocadas políticas gubernamentales, además, descartó que la riqueza es producto del esfuerzo individual cuya inteligencia y ahínco organiza los factores de la producción –incluido el factor inanimado–- que generan, en conjunto, el excedente, sino que descubrió y argumentó que el resultado del excedente es la plusvalía, la creación de valor que es re-sultado del trabajo que no se retribuye (Katz, 2017).

La tendencia permanente a la reducción de los costos salariales para la competitividad en precios ya se hace presente no tan sólo en los países periféricos, sino también en los cen-trales donde los reclamos sociales reciéntemente se han orientado al populismo na-cionalista y de derecha, como en Estados Uni-dos y países europeos. La migración en múltiples regiones del mundo, por violencia en unos casos, pero también por el nivel de vida paupe-rizado por los reducidos ingresos. Aparte de la corrupción y otros factores, el incremento del crimen organizado y las pan-dillas delictivas son producto de lo que se señala.

La contratación flexible para hacer efectiva la menor jornada laboral con menores sala-rios, así como las nuevas formas de produc-tividad generadas por la innovación tecnoló-gica con uso intensivo de la fuerza de trabajo. En el capitalismo la base trabajadora es libre, pero sujeta a las reglas del juego que los dueños del capital imponen. Y esto se presen-ta en todo el mundo en los nodos regionales de cruces de valor, cada una de estas interco-nexiones está en función de reducir costos y gastos para aumentar la acumulación. De ahí que el descontento y los resultados sociales negativos ya se encuentran en los países centrales o “desarrollados”, las contradic-ciones ya están en éstos, los reclamos de las clases bajas y medias y la elección en Estados Unidos del populista de derecha Donald Trump, así como el desempleo en la Europa occidental y oriental, son ejemplo de esto.

El supuesto mercado laboral cada vez más a favor de la demanda de trabajo y en contra de la oferta, lo que nos muestra efectivamente las relaciones sociales de producción. Desde el análisis marxista se puede afirmar que la masificación del desempleo no se resolverá con el desarrollo de los servicios (Katz, 2017), como mercancías concretas o producto intangible, puesto que este tipo de empresas también compiten en precio a través de  reducción de costos y gastos, sobre todo en fuerza de trabajo.

De hecho, la automatización es estrategia para optimizar los recursos, sobre todo la fuerza de trabajo tanto en la producción como en los espacios administrativos y de comer-cialización, para incrementar la acumulación.

En un tiempo de privatizaciones en que el capital global presiona violentamente para explotar los recursos naturales en países periféricos –en América Latina y África–, la degradación ambiental no fue un tema analizado a profundidad por Marx, sin embargo, día a día se corrobora su construcción filosófica y científica sobre la ruta trágica y depredadora de la acumulación de capital sobre la humanidad y el planeta.

Estas realidades actuales, entre otras, fueron objeto de estudio de Karl Marx en los tres tomos El Capital. Aunque históricamente el sistema capitalista desarrolla formas de continuidad y superación de crisis y recesiones, como la orientación y rectoría económica del Estado, y aunque aún falta explotar recursos naturales en vastas extensiones del planeta –como África y América Latina–, las contradicciones del sistema cada vez se agudizan más y son menos efectivas las decisiones y estra-tegias para superarlas.

La sobreproducción, el incremento tendencial de los gastos coadyuvantes de la pro-ducción no vinculados al precio, la reducción agregada del ingreso tanto de la base trabajadora especializada como del trabajo calificado –que operativamente recibe más ingreso–, así como la especulación financiera que distorsiona el flujo monetario, son las verdaderas causas de la recesión y de la crisis, no sólo el desacierto en las decisiones de gobierno o en erróneas expectativas de las personas. Inclusive, en los Tomos II y III de su obra, de manera indirecta pero contundente, se demuestra que la participación estatal en la economía  puede estabilizar las variables e inclusive operar formas de redistribución del ingreso, sin embargo, por la naturaleza de las contradicciones del capitalismo, sólo se pos-terga y extiende el desplome tendencial de la tasa de ganancia y, por tanto, el ciclo negativo de la economía, que incluso puede resultar más devastador (Katz, 2017).

Marx demuestra que el capital en sus formas se excluye, pero se complementa, el dinero no sólo es circulante sino también capi-tal, las mercancías no sólo son objetos sino capital que poseen en sí mismas la acumulación.  Así que la intermediación financiera (bancos), con la consecuente tasa de in-terés activa y pasiva, es resultado de la pro-ducción y del intercambio, es decir un complemento de la valorización y realización de la plusvalía, pero no un servicio aislado que merece privilegios por y para su funcionamiento, como regularmente se opera ante crisis agudas, con rescates bancarios de gobiernos: privatizar las ganancias, socializar las pérdidas.

El poder del capital financiero en la especulación e impacto negativo en los tipos de cambio y en la economía real es un aspecto que también abordaron primariamente Marx y Engels, y a principios del siglo xx Vladimir Lennin sustentado en el pensamiento mar-xista. Se explica que inicialmente el capital especulativo proviene de la producción de valor, pero la especulación global tolerada y desregulada genera subvaluación o sobrevaluación “a futuro”, es decir desvalor o valor sin sustento real, que no proviene de la produc-tividad de la fuerza de trabajo, engaño que afecta los flujos de circulantedivisas y devasta economías en particular y, según su alcance, a la economía global, como en 1929 y 2008 y otras tantas crisis intermedias.

Sin embargo, la oferta de un horizonte de bonanza y bienestar sigue fomentándose intensivamente en los medios de comunica-ción (Katz, 2017), como parte de la super-estructura ideológica del sistema, más aún, se genera el miedo de la exclusión económica y el aislamiento social si se decide desechar esta perspectiva basada en el esfuerzo individual competitivo, representación alrededor de la cual todo gira, incluida la educación técnica y superior en la que se inculca sobremanera el individualismo, rele-gando la participación, la solidaridad y la cooperación.

A siglo y medio de su aportación y a partir de la crisis global de 2008 y sus corrosivas secuelas, el estudio y análisis de Marx sobre la economía capitalista –como método de riqueza crítica y analítica no agotada, con líneas de investigación actuales y latentes– se ha retomado a nivel mundial en Centros de Investigación y Universidades de prestigio internacional. Sus planteamientos y afirmaciones se afirman y confirman en la realidad presente y futura. Así, el compromiso intelectual no sólo debe orientarse a la dinámica académica, la burocracia educativa o al reconocimiento personal, sino también a la transformación positiva de la sociedad. La historia siempre nos observa.

 

 

 

Bibliografía

Marx C., Engels, F. (1998). Manifiesto del Partido Comunista. Barcelona: Grijalbo.

Engels, C. M. (1998). Manifiesto Comunista. Barcelona: Grijalbo.

Hobsbawm, E. J. (1977). Industrial e Imperio. Barcelona: Ariel.

Huberman, L. (2007). Los Bienes Terrenales del Hombre. Bogotá: Panamericana.

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Maddison, A. (1998). Historia del Desarrollo Capitalista. Sus Fuerza Dinámicas. Barcelona: Ariel.

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Marx, C. (2012). Escritos Sobre Materialismo Histórico (compilación). Madrid: Alianza.

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