Imelda Montemayor Villalobos
María Teresa Rivera Morales
Facultad de Ciencia, Educación y Humanidades de la UAdeC
imeldamontemayorv@gmail.com
CienciAcierta No. 48
Oct-Dic 2016
Basta dar una ojeada por la historia de experiencias educativas en el mundo para poder afirmar que nunca habían existido tantas facilidades para acceder a la educación como ahora, sin embargo, los resultados escolares son discretos y sigue habiendo una cuota nada menospreciable de fracaso en el aprendizaje efectivo. ¿Cómo lo explicamos? Las evidencias apuntan hacia una realidad poco alentadora: enseñamos en las aulas para aprobar un examen y pasar un grado, pero no para adquirir conocimiento susceptible de ser herramienta verdadera para que el alumno enfrente las situaciones en el día a día y a lo largo de su vida.
Hoy se accede a la escuela pero no necesariamente a la educación, se accede a la enseñanza pero no necesariamente al aprendizaje, cuando el verdadero derecho no es acceder a la escuela sino al aprendizaje, y tal derecho implica acceso a una educación de calidad comprometida con el aprendizaje.
Es indudable que una de las claves para disponer de un modelo productivo innovador y competitivo en un país reside en su educación, el hecho de que los resultados del sistema educativo mexicano sean tan pobres, tal y como se recoge en el último índice pisa 2012 (México en el último lugar de los países de la ocde y en el lugar 53 de los 65 países participantes), hace especialmente urgente replantear desde la base el cómo abordar la educación de nuestros niños y jóvenes, sin olvidarnos de los adultos, quienes también están en esquemas de educación generalmente poco alentadores.

Una de las vertientes sensibles que impactan en la calidad de la educación es la didáctica implementada en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues más allá de los cambios esperados y tan necesarios en las políticas públicas que atañen al tema, en la política general con que se maneja la educación en nuestro país, en la pedagogía a nivel macro, en la educación comparada y ciencia del aprendizaje que se aplica directo en cada aula de cada escuela en cada comunidad, lo urgente y que está al alcance de cada docente interesado en mejorar, es entender las raíces de nuestros problemas educativos y pavimentar con nuestro esfuerzo las carreteras del cambio.
La política en la educación y la política educativa no han ayudado y parece que no lo harán, a sacar a México de la ignorancia funcional en la que estamos inmersos en el siglo xxi (Andere, 2013), pero para quienes somos incrédulos de los avances de la política pública en un mundo de intereses de la política en la educación, está la opción de redescubrir el camino del aprendizaje con o sin política educativa, es decir, lo que tú mismo puedes hacer en el aula, y es en las técnicas didácticas donde se pueden encontrar muchas de las respuestas que buscamos para dar el giro que la calidad educativa necesita. Ayudemos a los estudiantes a aprender de verdad, a disfrutar el proceso y a no olvidar jamás, como ocurre cuando aprendes a pasear en bicicleta, cada lección aprendida en clase.
El punto central de este trabajo es observar que la didáctica impacta en la educación de una manera contundente; su manejo apropiado, o su mal o nulo manejo, repercuten de manera definitiva en el ambiente del aula de clase, sea cual sea el nivel educativo que se imparta y edad de los estudiantes tal y como lo afirma Grande (2002).
Dicho impacto tiene que ver con apuntalar de forma aguda hacia la posibilidad de que el estudiante verdaderamente logre aprender, dado que ante una clase monótona, gris, aburrida, dictada o estresante, muy poco puede aprender el estudiante y, con suerte, si acaso mantenerse interesado en escuchar o conservar los ojos abiertos.
Especialmente en este tiempo donde los medios de comunicación y las redes sociales son tan audiovisuales y envolventes, hacer buena sintonía con un grupo en el aula depende en mucho de que el docente, consciente de la relevancia de su labor, prepare su clase y no llegue solo con temas previstos –en el mejor de los casos– para cumplir con lo que dicta la exigencia curricular.
Los elementos de la didáctica que se deben poner en juego como docente para tratar de asegurar una enseñanza efectiva, son seis (De la Torre, 2003): el alumno, los objetivos, el profesor, los contenidos programáticos, los métodos y técnicas, el medio geográfico, económico, cultural y social en el que va a aplicarse.
El alumno es quien aprende, aquel por quien y para quien existen los centros de estudio, y es quien recibe el conocimiento; los objetivos van de la mano de toda acción didáctica pues los centros de estudio no tendrían razón de ser si no tuvieran misión, visión y metas hacia dónde llevar al alumno, tales como adquisición de conocimientos y habilidades, potenciar sus destrezas, entre otros; el profesor es el mediador del aprendizaje, el mismo que debe ser fuente de estímulos, que lleve al alumno a reaccionar para que se cumpla el proceso de aprendizaje, su deber es tratar de entender al alumno como alguien único para encaminarlo al aprendizaje; los contenidos programáticos son con los cuáles los procesos educativos se permiten acceder a los objetivos que se plantea una determinada carrera o especialización; los métodos y las técnicas son fundamentales en el proceso del aprendizaje y deben estar lo más cercanas posibles a la manera en que necesitan aprender los alumnos de acuerdo a su contexto; así como el medio geográfico, económico, cultural y social en el que va a aplicarse la didáctica es indispensable tomar en cuenta como “contexto”, para que la acción didáctica se lleve a cabo en forma ajustada y eficiente.

La creatividad didáctica radica en el compromiso del docente con su labor y con cada uno de sus grupos, esto afecta de manera decidida la práctica docente porque la didáctica exige primero compromiso, pero inmediatamente después planeación, búsqueda activa de caminos innovadores para hacer llegar el mensaje, muy bien vestido de herramienta hacia el entendimiento y reflexión de un alumno.
En el quehacer docente, la planeación didáctica es la parte medular para llevar a cabo la propuesta de enseñanza del profesor y responder en el cómo implementar dicha propuesta. En las tendencias actuales de la enseñanza, los enfoques y modelos educativos diversifican y posibilitan una mayor planeación en las estructuras didácticas de una asignatura. Hoy las formas de interacción, la promoción de conocimientos, los recursos o medios didácticos, abren horizontes ventajosos para organizar ambientes de aprendizaje flexibles y eficaces en las acciones educadoras.
Ahora bien, para planear un curso (Moreno, 2009) se tienen que tomar en cuenta aspectos como las características de los estudiantes, los contenidos de aprendizaje, los conocimientos previos de la asignatura, los recursos y medios didácticos, los objetivos educativos que se pretenden lograr, la metodología de trabajo, los tiempos disponibles para desarrollar las actividades, las características, métodos y criterios de evaluación entre otros.
El orden y la temporalización de las actividades de aprendizaje representan la estructura sistemática para controlar las acciones pedagógicas durante el proceso educativo y lograr los propósitos educativos. Es por eso que la planeación didáctica en el quehacer del profesor es de suma importancia, porque es donde el profesor refleja su creatividad y compromiso al momento de seleccionar y organizar las actividades de aprendizaje con enfoques que permitan al estudiante desarrollar competencias y actitudes críticas sobre lo que aprende.
El tema de la innovación en la práctica docente es de suma importancia y va de la mano de la didáctica ya que al innovar dentro de la práctica pedagógica por medio de las diversas estrategias de enseñanza, el educando logrará asimilar rápidamente los contenidos y alcanzará un aprendizaje significativo donde sabrá reflexionar, ser crítico y analítico bajo el enfoque por competencias, así mismo podrá relacionar los hechos de la actualidad con los temas, obteniendo una completa transversalidad (Silva, 2015).
El desarrollo de innovaciones educativas dentro de un aprendizaje por competencias se ha planteado por tanto como un proceso sistemático e intencionado que requiere del conocimiento y utilización de diversas estrategias para llevarse a cabo. La mejora al utilizar la innovación dentro de la práctica docente es reducir el esfuerzo; aumentar la rapidez en obtener resultados; aumentar la calidad y satisfacer nuevas demandas (Almerich, Suárez, Orellana, Belloch y Boel, 2005).
Para Blanco y Messina (2000 p. 112) la innovación educativa tiene una definición de gran peso que confluye con la didáctica:
Es un proceso encaminado a la solución de problemas de calidad, cobertura, eficiencia y efectividad en el ámbito educativo, resultado de un proceso participativo de planificación y plantea formas alternativas de enseñar, aprender y gestionar.
Actualmente es muy importante que los estudiantes desarrollen competencias para discernir, seleccionar, codificar, organizar, analizar, retener, recuperar y utilizar la información y convertirla en conocimientos útiles que les permitan alcanzar una mejor calidad de vida y una adecuada participación social e individual en procesos productivos y de convivencia humana (De la Torre, 2003).
Los avances tecnológicos y la globalización exigen que el educando cuente con un aprendizaje constructivista y con los cuatro pilares de la educación (aprender a ser, a convivir, a hacer, y a conocer), asimismo llevarían tanto a docentes, como a estudiantes a ser personas líderes y capaces de enfrentar el mundo por medio de las innovaciones educativas.
Ante este reto, es importante contar con un sistema de educación de calidad que esté orientado a satisfacer las necesidades del desarrollo social, científico, tecnológico, económico, cultural y humano del país, para que sea promotor de las innovaciones pertinentes y se encuentre abierto al cambio de los entornos institucionales.
Todos los cambios, mejoras e innovaciones que las reformas necesitan para transformar a la educación miran a los profesores como agentes protagónicos para lograr estos cambios y avances. Para desempeñar con responsabilidad este papel se requiere que los profesores adopten el modelo profesional de la docencia y realicen un ejercicio sistemático de reflexión sobre su quehacer, sobre el marco teórico que lo sustenta y sobre los aportes que las investigaciones les brindan para mejorar la calidad de los aprendizajes en sus alumnos a través de la didáctica aplicada y reflexiva (Ramírez, 2006).
Rivas (2004 p. 231) menciona:
El gran reto en la profesionalización docente conlleva al enriquecimiento del propio pensamiento pedagógico del docente y el mejoramiento de las competencias didácticas, así como de los principios pedagógicos que debe poseer el maestro para el bien de sus alumnos.

“La crisis no es financiera, es de innovación”, resumió el divulgador científico Eduard Punset, y es la frase que compendia la conclusión de este documento en el que se busca comprender a la didáctica como el arte del hacer saber, porque eso es lo que cuenta si hablamos de educación, de modo que cada uno, docente o no, tiene en tal clave la oportunidad de transformarse en artesano del aprendizaje, y, si logramos como comunidad que sean varios los que levanten la mano para unirse, aquellos que laboran en las aulas principalmente, pero también los bibliotecarios, las amas de casa, los padres de familia en general, empezaremos una revolución que podría llegar a ser una reforma educativa desde la comunidad, y para ello no se requiere más voluntad que la propia.
Por último, se debe subrayar que la labor de la didáctica en el aula es “reparar” lo que urge por atención, integrar en lugar de segregar, apoyar en lugar de premiar, aprender efectivamente más que aprobar exámenes y pasar de grado.
Cada uno de nosotros tiene, en las herramientas del aprendizaje y en el conocimiento, la llave de Narnia para el desarrollo de un mismo y para arropar a los grupos en los que podemos influir, en capullos o ambientes propicios y poderosos de aprendizaje en el hogar, la escuela, la empresa y la comunidad.
Referencias
Almerich, G., J. M. Suárez, N. Orellana, C. Belloch, R. BoeI. (2005). Diferencias entre aprender y pasar de grado, vol. 11, núm. 2, pp. 127-146.
Andere, E. (2013). La escuela rota. Siglo veintiuno editores. México, D.F.
ANUIES (2003). Documento estratégico para la innovación en la educación superior. México, ANUIES.
Blanco R. y G. Messina. (2000). Estado del arte sobre las innovaciones educativas en América Latina. Colombia, Convenio Andrés Bello, UNESCO.
De la Torre, S. (2003). Dialogando con la creatividad. (1ª. Ed). Barcelona: Octaedro.
Grande, B., Pemoff, J (2002). Innovación Educativa Institucional. (1ª. Ed). Argentina: Magisterio del Río de la Plata.
Moreno, T. (2009). Competencias en educación: un alto en el camino para revisar la ruta de viaje. Revista en Perfiles Educativos, vol. 31, núm. México: IISUE-UNAM.
Punset. E., (2010). Entrevista publicada en el diario valenciano Levante, por el periodista Víctor Romero.
Ramírez, M.E., Torres, JL., Suárez, L., Ortega, P. (2006). Vínculos entre la investigación y la práctica en la matemática escolar. Seminario Repensar las Matemáticas, una innovación en la formación docente. Recuperado el 20 de agosto de 2005.
Rivas, M. (2004). Innovación educativa. (1ª. Ed). Madrid: Síntesis.
Silva, D., (2015). Innovación en la práctica docente. Recuperado de Revista Vinculando: http://vinculando.org/educacion/innovacion-practica-docente.html