Riesgos, encrucijadas, oficios sociológicos y secreto profesional

José Alfredo Morales Pérez

 

Artículo PDF
CienciaCierta #38, abril-junio 2014
volver

 

Nosotros nos peleamos, es el libro de José Garriga Zucal, Editorial Prometeo, donde aborda eso que en algunas profesiones se llama secreto profesional y mientras describe sus experiencias en el trabajo de campo, se pregunta el por qué no existe ese concepto en el oficio del quehacer Antropológico y como lector le agregaríamos: en el Sociológico y otras profesiones de las ciencias sociales.

Mantiene nuestro interés en este asunto de la secrecía pues hace que recordemos ciertos hechos violentos de los que hemos registrado durante trabajos de investigación como cuando vi una violenta riña entre dos grupos de jóvenes que apoyan al equipo de fútbol Santos Laguna, los aficionados que eran testigos de ese hecho se preguntaban: ¿ por qué se pelean si le van al mismo equipo?, tal vez ignoramos que no por “irle” a un mismo equipo, se tengan que compartir las formas de hacerlo, pues sus modelos culturales son diferentes (Ginénez,2007) y en eso coincidimos con Garriga Zucal, al comentar que en el trabajo etnográfico, uno observa significativos hechos de violencia, incluso hemos sido víctimas de ella por diversos actores que se congregan para presenciar un partido de futbol y que en ese espacio denominado estadio, el que se encuentra tapizado de toda esa parafernalia publicitaria y que en el sonido local nos alimenta de por si una emotividad generada en la rutina de nuestras ocupaciones, pero que desde el inicio del partido uno se suma a la masa con el grito de ¡putoooo!, cuando el portero del equipo visitante despeja y a pesar de que por las megapantallas se anunciaron las prohibiciones emanadas por un séquito de hombres que pretenden ser de la liga de la decencia.

En más de una ocasión, hemos escuchado dentro del estadio de Santos Laguna el reglamento de la Federación Mexicana de Futbol, las mismas veces que los asistentes trasgreden, insultan, arrojan líquidos, etc. donde se conjugan emociones, legalidades-ilegalidades, goces y el popular desmadre, referido a la inversión traviesa de las normas sociales (Magazine,2008), sin olvidar los enfrentamientos de territorialidades, norteños contra norteños, estos, luchando por ver quién es el “coloso del norte”, rivalidades también contra los del centro del país y que en más de una ocasión hemos podido observar violentas peleas entre hinchadas contrarias, atestiguado brutalidades policiacas, enfrentamientos entre integrantes de las mismas porras locales, escuchar consignas rítmicas impregnadas de virilidad. “oi,oi,oi,oi. . . el que no salte es un regio (de Monterrey) maricón”. Las nuevas hinchadas o barras mexicanas, son grupos de jóvenes unidos temporalmente por lazos de emotividad, afectividad y ritualismos en torno al cuerpo y a una solidaridad emocional, relacionados entre sí por la cohesión y el conflicto (Segura,2013)

Observo, pregunto, escucho, registro (aunque no en ese orden), me invaden temores, esquivo avalanchas humanas- aunque a veces muchas otras me sorprenden-, receptores de aventones jubilosos, explosividades de enojos, enfrentamientos de pasiones desbordadas para no variar, la subjetividad que me lleva y mantiene ahí en núcleo de la celebración de la hinchada, atropella pues la emotividad es difícil de mantener en calma, de tomar distancia del acontecimiento, ese que desde hace temporadas le doy seguimiento detenidamente.

Procuro mimetizarme, es imposible, pues la intrusividad la percibe el grupo de nóveles asistentes al sitio que ocupa la porra, cantando, ejecutando coreografías (extender brazos mientras se canta, levantar el brazo hacia adelante, cerrar el puño mientras la murga de la hinchada, marca el momento de avivar otro de múltiples canticos como el de “sigo esperando esa suerte: de ser campeón una vez más. . . “ la emoción se hace más fuerte, pues el sonido del bombo, tarolas, repique y trompetas, hace que las formas de estudio del fenómeno del futbol como fenómeno de masas, se conflictúen en el concepto de las metodologías científicas usadas en las ciencias sociales.

En la atmósfera futbolera que se vive en el estadio Corona de Torreón, Coahuila, se encuentra y des-encuentra el estudio cualitativo, ese tipo de investigación que produce datos descriptivo: las propias palabras de las personas, habladas o escritas, y la conducta observable (Taylor y Bogdan,1996), se entra al ejercicio etnográfico cuando observamos en el partido Santos Vs. Lanús de Argentina (23/4/2014) a uno de los integrantes de La Komún (porra de Santos Laguna) que reclama sin amedrentarse ni tartamudear, el por qué lo detienen en el sector que ocupa ese grupo, enfrenta verbalmente a un oficial de policía de mayor rango, los observo, escucho el reclamo del Topollo (así lo conocen en la barra La Komún) que el policía lo ha provocado, reclama el abuso de autoridad, su enfrentamiento capta la atención de muchos, nadie lo secunda, parece que ya se hizo costumbre observar que el grupo de agentes de la policía municipal, atropellen, avienten a los que estamos en su camino cuando va a parar un enfrentamiento físico, a despojar de una bandera o trapo de los que no están permitidos por la autoridad del estadio.

Mientras el diálogo desigual se desarrolla entre los policías municipales y el Topollo, puedo darme cuenta a corta distancia de ese agente policiaco que lo detuvo, se jacta ante sus demás compañeros por la forma violenta en que lo sometió sus colegas se ríen y se refuerza la idea en mi imaginario sociológico de que existe otra barra brava en el escenario deportivo, esa viste uniforme de azul, trae tolete y hasta porta arma de fuego dentro del estadio de futbol, amén de que con el rostro encapuchado en ocasiones evidencia su piel de autoritarismo.

El diálogo termina, Carlos, (el topollo) es conducido a la patrulla policiaca ubicada en las puertas del estadio, su nivel de estudios posiblemente lo ha preparado para enfrentar la injusticia, el abuso de autoridad, él es uno de los tantos trabajadores que da mantenimiento a un área de trabajo de la industria minera, no ha delinquido, al topollo lo mantengo como informante clave en mis registros etnográficos, hoy lo traigo a mi memoria escrita cuando en una ocasión nos encontramos de manera fortuita, observando una feroz riña campal entre dos porras o barras -según el calificativo sudamericano- rivales pero que apoyan al mismo equipo de la región, el Santos Laguna. Al término de aquel partido de futbol, en el nuevo estadio corona, mientras me retiraba, a través de una de las puertas de acceso y salida a las gradas del estadio, logré distinguir como la gente empezaba a correr atropelladamente – la experiencia nos ha indicado que eso es una de las señales de cuando hay una contienda-, en el enfrentamiento se alcanzan a ver entre el mar de aficionados, por el oscuro cielo, proyectiles de todo tipo, es asombroso darnos cuenta cómo los botes de basura eran arrojados con facilidad, tubos de plástico con el que se sostienen las banderas de las porras, se utilizaban para agredir y defenderse.

Escucho una voz que pregunta: ¿ tomó fotos?, la reconozco, es la del topollo que se encuentra detrás de mí, lo acompaña una joven, el no quitaba los ojos de la cámara fotográfica que colgaba todavía de mi cuello, no y ni quiero, le respondo con un tono impregnado de nerviosismo y temor, el miedo me invade y empuja la retirada de ese lugar, a su vez, el interés por registrar hasta el más mínimo detalle me detiene, imagino que es una condición que todo fotoreportero quisiera tener para apuntalar su trabajo, distingo a más de una veintena de policías municipales atrincherados, pretendiendo rescatar un maltratado cuerpo juvenil, cuyo estoicismo o su concepto de aguante lo llevó a enfrentar a una marabunta humana de jóvenes rivales, su cuerpo yace inerme, abandonado por al grupo que pertenecía pero que la autoridad municipal ya intenta auxiliarlo, aunque el aguante, tiene que ver con soportar gases lacrimógenos y otros efectos de la represión policial, con cuerpos luchando y resistiendo el dolor (Garriga, 2013)

“Gánale Topollo, algunos de ellos te van a reconocer y buscarán no quién se las hizo si no quién se las pague”, les digo, y comparto esos temores mientras guardo discretamente la cámara.

“Gánale topollo, algunos de ellos te van a reconocer y buscarán no quién se las hizo, sino quién se las pague”, le digo, y comparto de esos temores mientras guardo discretamente la cámara. Se retira el topollo en el preciso momento en que llegan corriendo y ataviados con toletes, cascos y rodilleras cerca de otra veintena de policías municipales, los adversarios corren ante la violencia uniformada de color azul, golpiza institucionalizada que se da el lujo de agredir, más no de detener solamente. Perseguidores y perseguidos vuelan en el estacionamiento del estadio, pareciera que ha sido diseñado para que la adrenalina fluya, el cuerpo de aquel joven, es arrastrado de su brazo al interior del estadio, irónicamente bautizado por un entrenador del equipo, como “la casa del dolor ajeno”.

Regreso a casa, los temores siguen alimentando muchas preguntas. ¿ Qué hubiera pasado si algún policía o integrante de esa barra asegurara que fui testigo presencial de esa feroz riña campal?, ¿ hasta dónde la institución en la que laboro, respaldara mi trabajo investigativo en caso de que algo me sucediera?. Esos registros visuales que hice ¿pueden ser considerados como “secretos profesionales”? he ahí otra encrucijada y como se cuestiona Garriga en su texto “nosotros nos peleamos” y le extendemos esa interrogante ¿o lo dejamos únicamente para el quehacer de algunas ciencias, que no se extiendan para la Sociología, Antropología y otras ciencias sociales?

 

Artículo PDF
CienciaCierta #38, abril-junio 2014
volver

Referencias bibliográficas
Garriga, J. (2010), Nosotros nos peleamos, violencia e identidad en una hinchada de fútbol, Prometeo libros, Buenos Aires.
Garriga, J. ,compilador (2013), Violencia en el fútbol, investigaciones sociales y fracasos políticos, Ediciones Godot, colección crítica, Buenos Aires.
Giménez, G. (2007), Estudios sobre la cultura y las identidades sociales, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México.
Magazine, R. (2008), Azul y oro como mi corazón, masculinidad, juventud y poder en una porra de los Pumas de la UNAM. Universidad iberoaemricana-Afinita. México.
Magazine R. et.al. (2012) Afición futbolística y rivalidades en el México contemporáneo: una mirada nacional, Universidad Iberoamericana, México.
Segura T. F. (2013) Ritualización y mercantilización de la violencia en el fútbol. Elementos comunes y diferencias entre las barras de Argentina y México. Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C. México.
Taylor S.J. y Bogdan, R. (1996), Introducción a los métodos cualitativos de investigación, la búsqueda de significados. Paidós. Barcelona Buenos Aires.

Post Author: CC

Deja un comentario