Alfredo Rocha Martínez[1]
Colaborador de Superación Académica de la UAdeC,
maestro invitado de la Escuela de Ciencias Sociales de la UAdeC,
y en la UPN de Saltillo, Coah.
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CienciaCierta #37, Enero-Marzo 2014
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Un fantasma recorre el mundo: el de la indignación de millones de trabajadores y ciudadanos que se han quedado sin empleo y sin oportunidades de desarrollo por el colapso financiero global.
La indignación de miles de españoles se ha logrado colar por las rendijas de la Puerta del Sol, y sus destellos han llegado hasta las mismas calles de Nueva York y otras tantas ciudades europeas y del resto del mundo. Por su parte, en el norte de África, la Primavera Árabe ha empezado a dar los primeros frutos democráticos debido a las violentas protestas contra los regímenes autoritarios que en aquellos países habían sentado sus reales por varias décadas (Egipto, Libia, Túnez, etcétera). Frutos que lejos de alcanzar una plena madurez, se han venido abajo antes de tiempo, especialmente en Egipto y Siria, poniéndose en riesgo su incipiente transición a la democracia.
En México, pese al intento del actual gobierno federal por ocultar las cifras de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, hay más de 7 millones sin ninguna clase de porvenir, por lo tanto, existe el riesgo de que dicha cantidad de “parados” –como dicen los españoles– vaya a engrosar las filas de la delincuencia organizada o se conviertan, en el mejor de los casos, en los ejércitos de reserva de las actividades informales o de las más precarias de la economía.
La dramática situación que viven millones de ciudadanos en el mundo interpela las sofisticadas y seductoras disquisiciones administrativistas que se han elaborado a lo largo de todo el siglo XX, especialmente del enfoque empresarial clásico y el de las relaciones humanas, porque mientras los primeros no alcanzaban a ver ningún conflicto (entre los intereses de la empresa y el de los empleados), los segundos “promovían la armonía empresarial, olvidándose de la importancia del conflicto social” (Chiavenato, 2007).
En este sentido, una de las limitantes de estas teorías administrativas, al menos la de Elton Mayo, es que se redujeron sus explicaciones al estudio de las fábricas, sin tomar en cuenta el contexto social (Chiavenato 2007), o el estudio de otras organizaciones y factores políticos.
¿Qué es lo que ocurre? Acaso los administradores, gerentes o gobernantes han pasado por alto a Mayo, Maslow y demás seguidores de este enfoque, y, por lo tanto, no se han enterado que el factor humano juega un papel determinante no sólo en la productividad de las empresas, sino en el desarrollo general de las sociedades. No, no es eso. Lo que pasa es que algunas de estas teorías “humanistas” no han logrado calar hondo en las instituciones sociales, llámese Estado, empresas privadas y públicas, o los grandes grupos corporativos.

Fuente: http://elmanana.com.mx/noticia/30153/Atrapan-a-las-%E2%80%98ninis%E2%80%99-tareas-domesticas-seala-reporte.html
También es posible que en esta época de “adelgazamiento” y “flexibilidad” de las empresas y del Estado, el factor humano (léase los trabajadores) es el eslabón más débil del aparato productivo y del cual se pueden deshacer más fácilmente para reducir sus costos de producción. Al respecto, dice un sociólogo:
La globalización que trajo consigo incremento en la competencia internacional en el comercio, además de neoliberalismo y deterioro de los movimientos laborales, ha obligado y permitido que muchas empresas burocráticas reduzcan sus costos de producción e incrementen su eficiencia por medio de la reestructuración, esto es, volviéndose más flexibles y adelgazándose ( Cornfield, 2006, p. 123).
La huelga de Cananea
Si recordamos el lema de nuestro prócer reformista Porfirio Díaz, luego convertido en dictador, “Poca política y mucha administración”, entenderemos algunas razones por las que la huelga de Cananea no sólo se presentó en 1906, sino que se convirtió en un emblema de la indignación de los trabajadores y se constituyó en uno de los tantos factores que desencadenaron la Revolución Mexicana.
Obviamente ni nuestro presidente en ese entonces, ni los administradores de The Cananea Consolidated Cooper Company, tenían idea alguna de las teorías de Mayo, de Maslow, Pareto o Lewin, porque éstas, como se sabe, llegarían dos décadas y media después; por lo tanto, no les interesaba mucho –según algunos historiadores– pisotear la dignidad de los trabajadores nacionales ni pagarles menos que a los “hombres blancos y de ojos azules”, ni reservarles a estos últimos los puestos directivos.
Mientras tanto, el presidente de la empresa minera, William C. Greene, que desconocía –reitero– esta teoría de las relaciones humanas –pero que actuaba como si se la supiera al dedillo–, les llega a decir con gran petulancia a los trabajadores huelguistas la siguiente frase:
Hemos gastado una suma considerable para traer agua buena al alcance de ustedes, en la construcción de caminos y veredas, en el saneamiento, escuelas, dándoles la protección de un servicio de policía y de muchas otras maneras, y hasta hoy, en que ha empezado la actual agitación, todos hemos trabajado en completa armonía,[2] y todos estaban satisfechos con las condiciones que existen en Cananea…” (en Sageg, 1980, p. VI).
Tanto Porfirio Díaz como este empresario norteamericano pensaban que para conservar la paz social –el primero– o la concordia –el segundo–, era más que suficiente mucha administración o trabajar en completa armonía, fin último, como se sabe, del enfoque humanista de las relaciones humanas, soslayando con ello los factores políticos, económicos o sociales que podrían estar interviniendo y gestando un potencial conflicto político o social.
Al respecto, Nascimento (en Chiavenato, 2007) dice:
La escuela de las relaciones humanas representa la evasión y negación (en sentido psicoanalítico) del conflicto de clases en la institución, y busca alcanzar mayor productividad en la empresa, creando una red de servicios sociales: periodiquito interno, asistencia personalizada de casos, cursos y cursillo que imponen veladamente maneras de pensar, sentir y actuar, a través de las cuales se transmite la ideología de los dueños del negocio (116.).
Como podemos ver, estos servicios o apoyos ofrecidos a los trabajadores por esa famosa escuela de las relaciones humanas, no son muy distintos a las condiciones de trabajo que habían creado aquellos empresarios de Cananea. En ambos casos, es notorio el propósito de proporcionar ciertos satisfactores o estímulos a los trabajadores para tenerlos contentos y persuadirlos de la necesidad de comprometerse más con la empresa y con la productividad de la misma, evitando con esto dar satisfacción a algunas de las aspiraciones personales o laborales más socorridas por los trabajadores –demandas que, por cierto, suelen pasarse las más de las veces a segundo término o, por lo menos, se intenta negar su existencia, ya que son percibidas como excesivas e injustas por los administradores (como ocurrió en Cananea), en virtud de que estos piensan que ya con lo que se les ha proporcionado es más que suficiente–.
Para corroborar lo anterior, veamos cómo concluye sus ideas el director de dicha empresa sobre las deudas contraídas por esos renuentes trabajadores con la compañía minera que él representaba:
No creo que haya uno solo de ustedes que haya estado empleado en la compañía que, después de pensar en otros minerales de la República donde hayan trabajado, no diga que nunca en su vida ha estado mejor pagado por el trabajo que ha hecho, que nunca ha trabajado en minerales donde las provisiones sean más baratas que en Cananea… (Sageg, 1980, p. VII).
Por lo que puede apreciarse de esta arrogante frase del empresario aludido, no se justificaba de manera alguna que su mina hiciera el menor sacrificio en favor de dichos trabajadores; al contrario, estos le deberían estar eternamente agradecidos por lo que su empresa había realizado en su beneficio. Lo que en todo caso ocurría para él, es que esos trabajadores se estaban “pasando de la raya”, y no precisamente de la tienda que llevaba el mismo nombre, pues en ésta también estaban completamente endeudados de por vida.

Fuente: http://ffffound.com/image/4f5a26ef4aab8eaa465c0380b5b6e077b23d36f3
Conclusiones
Pareciera que lo que movilizó a aquellos legendarios mineros hace más de una centuria, lo mismo que a los indignados españoles, fue esta estrategia de manipulación por parte de los propietarios del capital, quienes, sin sonrojo alguno, han pretendido velada o abiertamente proteger sólo sus intereses, es decir, los económicos, no los empleos de los trabajadores, contradiciendo con ello uno de los principios básicos de la teoría de las relaciones humanas. Por eso los indignados españoles han denunciado el contubernio entre las élites políticas y empresariales, y la manipulación que éstas han hecho de la crisis financiera en su beneficio exclusivo, dejando en el desamparo a miles de trabajadores, quienes sumamente molestos han declarado: “No somos mercancía de políticos ni de banqueros” (Periódico el País, 15 de mayo de 2011). Es decir, estos indignados han empezado a tomar las plazas de Madrid, Londres y Nueva York, porque se sienten engañados, timados, en suma, manipulados, tanto por el gobierno de su país como por los banqueros.
Por lo tanto, una de las lecciones que podemos obtener de estas indignaciones sociales, es la de aquel viejo refrán popular que dice: “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, sobre todo contando con una cifra demográfica nada despreciable de ninis, quienes por el rencor e indignación social acumulados tienen todo el potencial de convertirse en una auténtica bomba de tiempo, lo cual quiere decir que: a) no hay que confiar ciegamente en que los problemas de una empresa o una institución son ajenos a los factores exógenos (léase sociales) a la misma, y que tan sólo hay que esperar a que los venga a resolver “la mano invisible del mercado”. En este sentido, no es recomendable pasar por alto –como dice un analista– que las políticas de austeridad aplicadas de forma indiscriminada difícilmente se convertirán en el elixir mágico que vaya a reactivar la economía. Al contrario, una de las consecuencias más funestas que estas medidas pueden traer consigo es el cadáver del estado de bienestar, como parece estar ocurriendo.
- b) Tampoco es conveniente, ni suficiente, declarar sólo en el discurso que el factor humano es muy importante, sin considerarlo en los hechos, en la práctica; y c) si se quiere revalorizar el elemento humano, es preciso ir más allá de las decisiones fáciles de la reducción de costos de producción mediante la reestructuración empresarial (flexibilidad y adelgazamiento), ya que la flexibilidad, como sabemos, hace referencia a la eliminación de “restricciones sobre la gerencia para que contrate, transfiera y despida a trabajadores” (Cornfield, 2006, p. 123).
Si algo nos puede enseñar el caso de Cananea, como el de los indignados españoles y el grito silencioso de los nini –o el desesperado “ya estamos hasta la madre” de Javier Sicilia–, es que no se puede seguir escatimando la importancia que tienen los seres humanos no sólo en la productividad de las empresas, como lo planteaba –y lo quería- la teoría de las relaciones humanas, sino en el resto de actividades que se desarrollan en una sociedad, entre ellas la educativa o la seguridad pública.
La actual Reforma Constitucional en materia educativa adolece de las mismas limitantes, pues si bien tiene el potencial de forjar nuevos arreglos institucionales que permitirán poner en orden el sistema educativo y desterrar las prácticas corporativas del mismo, omitió algo fundamental de toda pretensión de cambio: considerar a sus principales protagonistas en la definición, desarrollo y operación de dichas modificaciones. Por eso miles de maestros del país no sólo han percibido a estas reformas como ajenas a ellos, sino, incluso, como amenazantes, pues, en su opinión, ponen en riesgo su fuente de trabajo. De ahí las oleadas de resistencia e inconformidad que hemos visto aparecer en múltiples estados de la República Mexicana.
Seguir actuando como si los trabajadores fueran seres invisibles, o los ciudadanos de segunda clase, pues no se considera necesario tomarlos en cuenta, forma parte de una ideología mundial ahora llamada neoliberalismo, misma que, por cierto, se ha empezado a enseñorear del mundo y obsesionado no sólo con suprimir todos los derechos sociales, sino, incluso, con algo que es más importante aún: la dignidad y el valor de los seres humanos.
El riesgo de continuar con una política en la que el Estado parece hacerse “de la vista gorda” ante los millones de desempleados, o de la pérdida de sus derechos laborales, así como de los miles de desaparecidos y asesinados –mientras algunas empresas y la clase política parecen guiñarle el ojo ante estas omisiones–, es no sólo un grave error, sino una irresponsabilidad mayúscula.
Antes que el colapso financiero mundial nos alcance, o la desafección política continúe profundizando sus efectos nocivos, será necesario poner un freno al avance de esta moral de la indiferencia, de la apatía. Tan sólo habría que revisar los últimos indicadores que arrojan las encuestas de Latinobarómetro (2013) para percatarnos del preocupante desencanto democrático que prevalece en la actual sociedad mexicana. No sólo somos el país de la región que menos cree en la democracia, sino el que más está dispuesto a deshacerse este tipo de régimen político.
Ojalá aún estemos a tiempo de conjurar los malos augurios que se ciernen sobre el estado anímico de la República y lleguemos a adoptar las decisiones más apropiadas para reactivar la economía y el empleo, elementos clave para reducir algunos de los efectos provocados por la inseguridad reinante y la recesión económica.
Se señala lo anterior porque, a decir de no pocos analistas, entre ellos el recientemente desaparecido columnista Miguel Ángel Granados Chapa, desde hace buen tiempo México corre el riesgo de precipitarse al abismo de la desesperanza social, como bien nos lo advirtiera en la última entrega de su “Plaza Pública” (Granados, 2011).
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CienciaCierta #37, Enero-Marzo 2014
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Referencias bibliográficas
Chiavenato, I. (2007). Introducción a la teoría general de la administración. México: McGraw-Hill.
Cornfield, D. B. (2006). Tendencias mundiales recientes en la sociología del trabajo. En E. de la Garza (coord.), Tratado latinoamericano de sociología (pp. 122-132). México: Anthropos/UAM- Iztapalapa.
Corporación Latinobarómetro (2013). Informe 2013. Recuperado de www.latinobarómetro.org el 1 de noviembre del 2013
Garijo, M. y Barroso, F. (15 de mayo2011) “La manifestación de los indignados reúne a varios miles de personas en toda España”. Periódico El País, sección actualidad.
Granados, M. A. (14 de octubre del 2011). De coalición a coalición. Periódico Vanguardia, sección Opinión.
Sageg, J. (1980). La huelga de Cananea y Río Blanco. El Búho. Recuperado de www.reneavilesfabila.com.mx/universodeelbuho/80/80encarte.pdf
[1] Para correspondencia con el autor: pirino_rocha@yahoo.com.mx
[2] Subrayado del autor.